martes, 28 de abril de 2015

Subir o bajar la tasa de interés no le apunta al desarrollo del país
Por Julian David Garcia*
La caída de los precios del petróleo de 114 dólares en mayo del año 2014 a 44 dólares a mediados de marzo del 2015 ha configurado el panorama mundial y en el caso concreto la economía colombiana. Este descenso en los precios internacionales se debe principalmente a tres razones: el incremento de la producción por parte de los EEUU con la implementación de la tecnología “Fracking”, la reducción de la demanda de petróleo y de materias primas en general, debida a la desaceleración de China, el estancamiento de Europa y la lenta recuperación de Japón que han presionado a la baja en los precios. Además la decisión de la OPEP de mantener la oferta de crudo no cayó para nada bien en los sistemas financieros y ocasiono un impacto negativo en la valorización de las acciones de las empresas petroleras.
Lo anterior ha ocasionado una serie de disputas muy fuertes entre las potencias económicas y un fuerte pulso por el mercado. En el caso de los EEUU, ha logrado conseguir que su dependencia de combustibles fósiles por cuenta de importación se reduzca a tal punto que en este momento las existencias de barriles sean tan abundantes que la capacidad de almacenamiento está a tope. Por su parte la OPEP no redujo la oferta de crudo por dos razones, estrategia geopolítica y para mantener la cuota de participación en el mercado.
Por supuesto la economía colombiana no ha sido ajena a los efectos de la baja cotización internacional del petróleo. En primer lugar la escasez de divisas ha generado el desbordamiento de la tasa de cambio hasta el punto de estar por encima de los 2600 pesos por dólar. Esto ha generado que algunos sectores se vean perjudicados y otros beneficiados debido al cambio de precio de la divisa. En el caso de los importadores, no la están pasando muy bien, debido a que las mercancías que traen de otros países cuestan los mismos dólares, pero ya no tienen que dar los 1850 pesos por dólar sino 2600, es decir más pesos por el mismo dólar. Las empresas que dependen de las importaciones,  no han ajustado aun sus expectativas con el cambio del precio del dólar y eso ha ocasionado que el saldo por cuenta corriente empeore aún más llegando a una cifra muy preocupante cercana al 5,8% del PIB. Todo esto ha traído consigo que la  inflación se dispare puesto que los precios de los bienes transables han incrementado.
En el otro lado se encuentran los exportadores, que cuando hacen la conversión de los mismos dólares por sus productos reciben más pesos (30% más). En teoría las exportaciones aumentan, los productos colombianos son más competitivos en el exterior, y además en términos relativos son más baratos los bienes nacionales en comparación a los bienes extranjeros (Blanchard, 2012). Cabe señalar que las exportaciones en los últimos meses han registraron una disminución a causa de la fluctuación en los precios de los commodities y esto debido principalmente a  que el sector minero energético representó alrededor del 60% del total de exportaciones para el año 2014.
En segunda medida las consecuencias sobre las finanzas públicas han sido catastróficas. A tal punto que en el debate de reforma tributaria del año anterior se hablaba de un déficit presupuestal cercano a los 12 billones de pesos. Con la caída de los precios internacionales de los comodities y principalmente del barril de petróleo, esta cifra aumento a 18 billones, es decir un incremento de más del 50%. En este caso la depreciación del peso ha servido de escudo, puesto que aunque el gobierno nacional recibe menos dólares por barril de petróleo, al realizar la conversión recibe más pesos en comparación a mayo del año 2014.
Otra consecuencia para la economía es que el pago de la deuda externa (que es el mayor componente del presupuesto asignado y aprobado por el congreso para este año), dado que sé contabiliza en dólares, aumento, tanto en las cuotas correspondientes, como en el pago de intereses. Entonces aquí la depreciación de la moneda no beneficia la economía, sino que por el contrario la afecto aún más.
Sin duda con una tasa de cambio de 2600 y un precio del petróleo de 44 dólares es un país distinto en comparación con la bonanza del sector minero energético.  Las expectativas corren por cuenta de las decisiones que tome el Banco de la República. Algunos analistas creen que lo mejor es hacer frente a la inflación, subir la tasa de interés, y con ello frenar en cierto grado la inversión y el consumo. Otros por su parte creen que el problema de inflación es transitorio y que lo primordial es reducir la tasa de interés e impulsar el crecimiento de la economía y con ello las demás variables. En parte las dos posturas tienen algo de razón pero son medidas que no solucionan el problema de fondo. Subir o bajar la tasa de interés no le apunta al desarrollo del país.
La depreciación puede representar una gran oportunidad para la recuperación  producción nacional golpeada por tantos años de apreciación. Por lo tanto, aunque suene algo descabellado es necesario hacer políticas económicas de corto, mediano y largo plazo que apunten a la solución de los problemas que aquejan a la economía y también se avance en políticas hacia el desarrollo económico  de la nación. Entonces, se requiere que el sector de la construcción siga jalonando la economía de país, y que además traiga consigo nuevas inversiones y más empleo de calidad. La infraestructura vial jugara un rol de suma importancia, en la búsqueda de incrementar los niveles de competitividad. También, es necesaria la formulación de políticas que fomenten la producción industrial y agrícola, con el fin de diversificar las exportaciones. En síntesis, como afirma  (Maya, 2011) citando a Federico List, implementar una agenda interna que implica la transformación de las fuerzas productivas de la economía
Por último, hacer frente al problema de la corrupción que ha permeado todos los niveles de gobierno y todas las instituciones del Estado. Además se debe cambiar el modelo del sistema educativo, el de salud, con el fin mejorar el nivel de vida de los colombianos. También más inversión en ciencia, tecnología e innovación. Todo podría ser financiado con un porcentaje de la valorización de las reservas internacionales como muy bien lo señala (González, 2015) “el buen uso de las reservas es una oportunidad para consolidar el crecimiento y para mejorar el nivel de vida” y que mejor que se invierta en educación y salud.
Y lo más importante, sin dejar a un lado las razones anteriores, que se vea una verdadera voluntad política de cara al desarrollo del país.

* Estudiante De Séptimo Semestre De La Escuela De Economía De La Universidad Pedagógica y Tecnológica De Colombia. Correo juliang4rcia@gmail.com Twitter @JulianDGarcia10


 

Bibliografía

Blanchard, F. G. (2012). Macroeconomía. Madrid (España): © 2012 PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
González, J. I. (23 de Marzo de 2015). Razonpublica.com. Recuperado el 10 de Abril de 2015, de Razonpublica.com: www.razonpublica.com/indez.php/economía-y-sociedad/8344-las-ventajas-de-la-devaluación-y-el-temor-a-la-inflación.html
Maya, G. M. (5 de Noviembre de 2011). ECONOMIA SIN AGENDA INTERNA. págs. 1-2.
Sarmiento, E. (7 de Marzo de 2015). Devaluación Desbordada. El Espectador.